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sábado, 13 de febrero de 2010

creatividad

Podemos enfocar dos tipo y dos situaciones en la actividad dancística:
- la mera ejecución de lo que diseño el coreógrafo
- la creación del bailarín.
Se trata de dos polaridades extremas. En la vida real se da toda una gama de matices y de niveles. El bailarín creativo es siempre coautor de la danza; y aun el conformista y pasivo, si tiene un mínimo de artista, pose su sello personal original.
Pero, por supuesto, el grado de expresión del sujeto suele ser mucho mayor cuando no tiene un modelo rígido por ejecutar. La personalidad puede aflorar al máximo en las danzas improvisadas, es obvio.
Por cierto, la danza moderna surge, a fines del siglo XIX y principios del XX, como una reacción contra los estereotipos del ballet clásico. El ballet academicista había llegado en algunos sitios a la paradoja de la perfección técnica en el gesto vacío.
Es normal que se haya incubado un ansia de libertad y de originalidad. A la obediencia ciega a formas estereotipadas y cánones preestablecidos sucede la libre expresión. La regla de oro es ahora: “deja hablar a tu cuerpo”; “deja fluir lo que vibra en tu interior”, “que tu cuerpo sea el interprete de tu alma”.
No pasemos superficialmente al lado de la palabra expresión; pensemos que es un compuesto de “presión” y que su sentido primigenio era físico, no psicológico no social. Ex-presión denota algo que está a presión y sale bajo presión.
Si para muchos espectadores la danza puede significar alegrarse la vista y gozar un espectáculo, para los ejecutantes significa una vivencia expresiva que acerca a la plenitud estética. Antes que ser un fenómeno escénico, la danza es una experiencia de vida, una creación personal que se convierte en arte escénico.http://www.iacat.com/Revista/recrearte/recrearte01/mauro.htm

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